
Cuando tenía 10 años solía bajar a ese patio a jugar con mis amigos del barrio. Todos los días nos íbamos a jugar al fútbol y siempre se nos colaba la pelota en la casa. El que la colaba tenía que ir a por ella y a mí me daba mucho miedo tener que entrar allí. Una tarde en la que jugaba al fútbol con mi mejor amigo de entonces, David, colamos la pelota y fuimos juntos a cogerla. No la encontrábamos y nos pasamos toda la tarde buscándola sin éxito. Exhaustos, nos sentamos en el escalón de la entrada y se nos ocurrió una idea. Hacer una cápsula del tiempo y esconderla en el patio de la casa. Pensábamos que si guardábamos cosas de entonces, en el futuro lo verían y se fliparían o algo por el estilo.
Por la tarde, cuando se fueron los obreros, bajé a la casa y me puse a buscar por si aún estaba nuestra cápsula. Me puse en la puerta, y conté 4 pasos a la derecha, 2 a la izquierda y otros 3 más a la derecha. Me puse a escarbar, y sí... ahí estaba. Nuestra cajita de galletas, llena de tierra, pero intacta. Corriendo me fui a abrirla. Y una sonrisa se me escapó al ver su interior.
Estaba todo. No faltaba nada. Lo primero que había eran cromos de futbolistas. Estaba Ronaldo, el "gordito", de cuando jugaba en el Barcelona. Por detrás estaba escrito por mí que era el mejor jugador del mundo y que no habría nadie como él. Entonces dije por primera vez la frase: "Cómo cambia la vida...". Luego había un paquete de tazos. Hace muchos años con las patatas regalaban tazos, y a mí me dio por coleccionarlos. Había una pulsera. David y yo teníamos la misma. Decíamos que siempre que la lleváramos puesta nunca nos olvidaríamos. Prometimos que seríamos amigos para toda la vida y que guardaríamos la pulsera ahí para que en el futuro se dieran cuenta de lo amigos que éramos. De nuevo... "Cómo cambia la vida...".
De todo eso hace ya 14 años. A David... pues hará tantos años que no sé nada de él que si nos viéramos por la calle seguro que ni nos reconoceríamos. A los 2 años de guardar la caja recuerdo que nos peleamos un día en el patio y yo dejé de bajar e hice amistad con otros amigos y desde entonces nos distanciamos. Con el paso del tiempo, de oídas supe que tuvo un hijo con 18 años y que se fue a vivir con su novia y que andaba más preocupado de llevar dinero a casa trabajando de lo que fuera que por otra cosa. Dentro de la caja había una foto suya jugando al fútbol. David era buenísimo jugando. Los equipos de la provincia se lo rifaban. Por detrás de la foto estaba escrito con su letra que sería un grandísimo jugador de fútbol y que triunfaría en el Madrid. De nuevo... "Cómo cambia la vida...".
Del barrio, a mí me gustaba la Yoli. Una niña 2 años mayor que yo. Rubia de ojos celestes. Los ojos más celestes que aún a mis 24 años de vida haya visto jamás. Me sacaba un palmo. Pero yo aún así me moría por sus huesos. Jamás le dije que me gustaba, aunque creo que ella lo sabía perfectamente. Dentro de la caja guardé un chicle. Un chicle que ella me regaló una tarde y que no me lo comí para tenerlo de recuerdo. Envolviendo el chicle, un papel escrito por mí en el que decía que un día le diría lo enamorado que estaba de ella y que me casaría con ella y tendría hijos. De nuevo... "Cómo cambia la vida...". A la Yoli aún la veo de vez en cuando por mi barrio. Ahora viste medio hippie, y se ha teñido de morena. Muchas veces nos hemos quedado mirándonos, pero ninguno ha saludado al otro. No sé si ella no lo hace porque no me reconoce o por corte. Yo sé por qué lo hago. Por corte. Ni si quiera sé si se acuerda de mí.
"Cómo cambia la vida...", es increíble. Hace 14 años jamás imaginé que mi vida fuera así tal y como es ahora. Y supongo que David tampoco. Nos pasamos la vida haciendo planes, y al final la vida nos tiene otros planes guardados para nosotros. Con el paso de los años te vas dando cuenta que amigos amigos, hay pocos. Que tu mejor amigo no es el que juega todas las tardes al fútbol contigo, sino el que está ahí para apoyarte siempre que estés pasando un mal rato. Que amores pasarán por tu vida muchos, y aunque en un momento concreto pienses que no habrá nadie más como ella, eso no es así. Por suerte.
Que la gente cambia. Yo mismo, hace 14 años no tenía más sueños que marcar muchos goles en el recreo y en ligarme a la Yoli. Y conforme te haces mayor te vas haciendo compañero de una palabra que te irá sonando cada vez más y más, "responsabilidad", a la que odiarás más y más conforme más tengas. Y vas aprendiendo que crecer no es medir 2 centímetros más. Que crecer es aprender a despedirse. En una estación de tren, en la puerta de una Universidad, en un puto tanatorio. Que con los años te vas dando cuenta que de todos los sueños que tenías en la vida no se han cumplido (ni se cumplirán) la mayoría.
Que un sí o un no puede cambiar una vida. Que un día piensas que Enfermería es la carrera de tu futuro y al día siguiente te das cuenta que es Empresariales. Que te vas dando cuenta que lo más valioso del mundo es el tiempo, ese que siempre dices que pasa muy rápido. Que te vas dando cuenta que hay que disfrutar ese tiempo, no dejar que se pase sin más. Que con el paso de los años te vas dando cuenta que el peligro no estaba debajo de tu cama, sino en la carretera de una autopista. Que la alegría no estaba en marcar un gol, sino en ver a los que te quieren sanos y felices. Que tu frente se irá despejando, que tus sienes se irán blanqueciendo, que tu barriga irá aumentado... pero por dentro seguirás siendo el mismo que se quedaba minutos con la boca abierta viendo la cabalgata de los Reyes Magos. Y esa persona, tú mismo, es lo más importante que tienes, y que tienes que cuidar porque llegará un día en que será a tí al que guarden en una caja, pero para no salir nunca más.
Y si guardara hoy otra cápsula de estas con mis cosas, seguro que si la encontrara dentro de 14 años volvería a decir lo mismo que dije ahora, "Cómo cambia la vida...". Y por eso voy a disfrutar del tiempo en el que vivo e intentar aprovecharlo al máximo. Intentando tener proyectos en vez de recuerdos... porque la vida da muchas vueltas... si no... que se lo digan a Fernando Alonso.